Scott, Paul, Megan D., Bree
En medio del océano había una isla apartada. Era una isla llena de selvas y estaba cubierta completamente de verde, salvo las playas. Eran de arena blanca. En la playa penetraban los olores de sal y alga marina. No había sonidos en la playa como los de la selva. En la selva, había muchos animales que hacían sus rituales diarios con mucho ruido, pero en la playa sólo se oía los pájaros cantando la canción de la isla y las olitas que se movían con la marea. El mar tenía agua azul que era muy clara. Cuando andaba por la playa, el viento pasaba por de la cara. De repente, se oyó el sonido de un avión en la distancia que parecía acercarse.
Era diciembre durante la mañana cuando llegó el único vuelo de la semana. Los pasajeros, unas 5 o 6 personas, desembarcaron a ver un pequeño aeropuerto rodeado por tierra vacía. Una pasajera, que se llamaba Sofía, paró unos minutos para sacar fotos del paisaje excepcional. Después se acercó al mostrador de información en busca de un guía. En este momento Sofía se fijó en la gente del vuelo que ya había conseguido a una guía. Entonces ella les preguntó si pudiera ir con ellos y ellos aceptaron.
La guía dirigió al grupo a un pueblito, en el único camino en la isla, ubicado a unos 25 minutos del aeropuerto donde buscaron el único hotel en la isla. No era un hotel, sino un hostal mugriento con más bichos y lagartijas que huespedes. El grupito fue al dueño del hostal para alquilar unas habitaciones por la duración de su viaje. Sofía miró alrededor de si misma y pensó en lo feliz que estaba ya que sus negocios allí serían tan breves.
Cuando recibieron las llaves, ellos guardaron su equipaje y decidieron pasar un tiempo solos antes de examinar el pueblo. Sofía no quería descansar, especialmente en su habitacion asquerosa, entonces fue al bar del hotel para empezar su búsqueda por la escuela y preguntar a alguien dónde estaba. Ella habia venido a la isla para ayudar con su sistema de educación, reconstruir la escuela, y mejorar sus técnicas de enseñar. Ella había ganado 100 millones de dólares en la lotería, se jubiló de su trabajo como maestra, y se comprometió a pasar su vida a ayudando a niños con sus logros académicos. Buscó esta isla por la red y aprendió que la escuela allá estaba en ruinas y los indígenas no podían renovarla sin ayuda.
Cuando estaba cerca del bar ella escuchó a alguien gritando sin razón, pero el cantinero era la única persona adentro salvo ella. No era una sorpresa que nadie estaba allá por qué todavía era tan temprano para emborracharse. Ella estaba confundida porque el cantinero era él que estaba gritando pero necesitaba hablar con alguien entonces entró. Ella había tomado una clase de psicología muchos años atrás en la universidad y se dio cuenta de que él mostró las características de una persona con esquizofrenia.
Cuando entró, inmediatamente un olor mojado se le pegó la nariz y ella vomitó un poco en la boca. También podía ver que había moho en las paredes y muchas tejas del techo había caído al suelo. Por fin el cantinero dejó de gritar y preguntó a la mujer,
“Buenos Días, ¿Cómo puedo ayudarle?”
“Hola Señor. ¿Puede decirme dónde está la escuela? Tengo asuntos allá.”
“Ah, ¿Necesita alguna nieve, eh?” él inquirió.
“¿Perdón?” dijo ella sin entendimiento y con frustración.
“Sí no tiene asuntos con drogas no debe ir allá. Creo que tenemos que charlar un poco…tengo información que necesita saber.”