viernes, 7 de diciembre de 2007

Poncho el fuerte

Era día pero había poca luz. Los animales hacían ruidos extraños, los changos estaban gritando. Los árboles hacían ruidos, también platicaban entre ellos. Estaba haciendo mucho calor. La humedad era insoportable. Por eso, todos los animales estaban en el lago para refrescarse. Olía a flores y plantas. La vegetación era muy espesa. Era un lugar mágico y especial.
Poncho, el elefante principal, dejó de tomar agua y la manada lo siguió. Ellos caminaban al sitio de comer y ninguno de los elefantes desafiaba la autoridad de Poncho. Poncho era enorme con colmillos como armas peligrosas. Poncho gritaba a su mujer principal con fuerza.
Mientras tanto, al bosque llegaban unos cazadores que querían cazar a los elefantes por sus colmillos. Los árboles se dieron cuenta de las intenciones de los cazadores. En cuanto pudieron, alentaron a la familia de los elefantes. Poncho agarró a su mujer y junto con la manada huyeron hacia la parte más hostil del bosque. Los cazadores los persiguieron con sus rifles listos para matar.
Corriendo en el bosque, la manada oyó un tiro y les dio miedo. Poncho decidió cambiar la dirección en la que iba la manada. Pasaron a la derecha y salieron del bosque. Los elefantes siguieron corriendo hasta que Poncho gritó desesperadamente porque vio un acantilado. Casi toda la manada logró pararse menos Ponchito, el hijo de Poncho…

2 comentarios:

Mateo dijo...

El pobrecito no se podía parar. Poncho persiguió su hijo, pero Ponchito todavía cruzó el borde del acantilado. Desesperadamente, Poncho balanceó su trompa por el borde y logró a agarrar su hijo. ¡Gracias a Dios, Poncho salvó a su hijo! La madre de Ponchito vino y abrazó su hijo fuertemente. “Creo que hemos perdido los cazadores,” dijo Poncho, “Podemos continuar caminando y buscando por otro hogar. Los elefantes finalmente encontraron un hogar muy lejos de todos los daños de los seres humanos, y todos vivían muy felices.

Matt.

ToReY dijo...

Poncho continuaba gritar a Ponchito, pero estaba como él no pondría dejar. Ponchito finalmente dejaba justo a tiempo. Poncho gritó a la manada darse prisa, pero parecía que hay no lugar esconder. Poncho tenía más miedo cuando pasaron un oso en el suelo del bosque con un tiro en su estomago. La manada continuaba correr siguiendo la dirección de Poncho hasta casi dos millas. Poncho dijo todos descansar y la manada durmió hasta la mañana. El próximo día la manada se levantaba con los animales ruidos y el sol en sus ojos. Poncho estaba listo para otro día.